domingo, 18 de diciembre de 2011

Piazzolla (1921-1992)


Quizá nada supere a Adiós Nonino.

Siempre imaginé al solo de bandoneón como puñaladas que juegan en la hondura. Al tiempo, leyendo una entrevista que María Esther Gilio le hizo al gran Aníbal Troilo, descubrí que en la jerga se hablaba de gatilladas, “¡Cómo gatilla el Gato!” recordaba Pichuco.

Eso de Gato fue el apodo con que lo bautizó el propio Troilo cuando, de muy joven, Piazzolla ingresó a su orquesta. Era por entonces un veinteañero con grandes ambiciones musicales que lo llevarían a recorrer el mundo en busca de su estilo, aquel que nunca dejó de estar aromado por el asfalto de Buenos Aires.

Comparto con ustedes una tremenda versión de Adiós Nonino, la composición que edificó a partir de la muerte de su padre en 1959. Vean la maravilla de la técnica, el ensamblaje de los solos de piano y violín con el resto de la banda. Pero, por sobre todo, sientan, viajen con el sonido del quinteto Astor Piazzolla. La fabulosa filmación sugiere un carácter casi épico, vean al gran Astor entrar en cuadro con su revólver mientras Pablo Ziegler, el pianista, termina de ejecutar las últimas sentidas notas de la introducción. Viajen con la gestualidad, sin temor al ataque.


2 comentarios:

  1. Incluso siendo un ignorante del género puedo disfrutar de semejante muestra de talento. las notas hieren profundo sin duda... perdon por el atrevimiento de comentar. Muy bueno abrazo!

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  2. Bienvenido el primer comentario!! Tengo la teoría de que Piazzolla sabe llegar a la fibra más íntima y eso lo hace universal, no es casualidad que se lo venere en gran parte del mundo. Quizá resulte exagerado, pero me da la impresión que nadie puede ser indiferente a esas notas hondas. Abrazo!

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