sábado, 13 de abril de 2013

El viaje / Luis Camnitzer





Se ha dicho que América se conquistó a espada y cruz. La elección fálica no es circunstancial, representa el poder de la fuerza física y religiosa, culturalmente vinculada a la figura del varón. En “El viaje” Luis Camnitzer parece jugar con esta idea, aunque de una forma que puede calificarse de poco elegante, de cínica, de sarcástica. La complacencia (lo evidencian la mayor parte de las obras presentes en su muestra uruguaya) está en las antípodas de este artista que constantemente busca la provocación de quien observa y analiza. Cualquier sentimiento, menos la indiferencia.

En “El viaje” se recrea al miembro sexual masculino. Se lo hace por triplicado, a partir de objetos que provocan extrañamiento y en una primera instancia despiertan la risa, cuando no el escándalo. Una filosa hoja de cuchilla de la cual penden dos objetos navideños que en Uruguay, inocentemente, llamamos chirimbolos. En cada plateada hoja está inscripto uno de los tres nombres de las carabelas de Colón: “Niña”, “Santa María” y “Pinta”, muy presentes en cualquier uruguayo que haya cursado la escuela y la insistencia de las maestras por retener estos nombres.

La vinculación de la obra con el concepto de reproducción es evidente. Está presente en el propio objeto representado pero también en el color elegido, repetido en la hoja metálica y en los objetos navideños, que entablan lo especular y con ello la duplicación, además de lo espléndido de la oferta (basta pensar en los siempre recordados espejos de colores). Del mismo modo, las esferas navideñas, representantes del cristianismo, se han valido de la fuerza de la espada para diseminar los dones de Dios, la religión de Cristo en esta nueva parte del mundo. Se ha fecundado una nueva raza, a través de una hoja cruel que se ubica en una posición estratégica de combate, con el filo cara al cielo, imagen decisiva para sugerir la violencia de una conquista sangrienta.

En cada navidad —parece vislumbrarse— estamos conmemorando nuestra propia conquista, quizá —sin saberlo— estemos legitimando la matanza y el oprobio, los brillantes espejos de colores a cambio de las riquezas y del alma. En 1991 faltaban escasos meses para los festejos de los cinco siglos de presencia europea en lo que ellos mismos dieron en llamar América. Somos, al mismo tiempo, hijos de Europa, más en nuestra condición de uruguayos. Esas tres carabelas… esa santísima trinidad, esas espadas humeantes. 

 

martes, 2 de abril de 2013

Para dejar picando / 9


" No hay modo, hoy, de dar un paso hacia algo que siquiera remotamente pueda llamarse política si no es tocando ese enorme artefacto que es la industria medios-masa. El carácter estrictamente disuasivo que tiene la masa es el correlato del carácter espectacular hiperrealista que tienen los medios. Los dos han hecho un artefacto perverso, impermeable, hasta el punto en que los medios pueden decir que están dando a la masa lo que la masa quiere y pide. Y tienen razón. La masa, por lo menos en el sentido mediático que esa palabra tiene, nació pagana y pagana va a morir. Eso lo decía Baudrillard en los 70. La masa odia toda forma de trascendencia. Odia toda forma de pensamiento reflexivo. Odia cualquier forma que la conduzca a problematizar sus propias condiciones de existencia. Odia toda forma de conceptualizarse en sujeto, y está contentísima con la alianza que ha hecho con los medios. Hay una especie de máquina infernal que hay que desarmar y si ese artefacto, para ser desensamblado, exige como primer paso eso que se llama "ley de medios", bueno, que sea una ley de medios. Me parece bien una ley de medios. Ahora, no necesariamente tengo que pensar que una ley que proviene de un lugar con respecto al cual tengo también ciertas sospechas y precauciones (el Estado) sea efectivamente algo deseable, pero de todas formas ese algo, aunque no sea deseable, siempre es mejor a que no haya ese algo. Se ha creado un mundo jodido, territorial, posesivo, paranoico, muy erizado. El estado de hipnosis de la masa con relación al ícono, a la imagen de alta definición. La forma que tiene de entregarse pasivamente a la orgía del consumo y después clamar para que el Estado intervenga defendiéndola de los propios excesos. Que pongan guardias de seguridad, que redoblen el personal de la guardia metropolitana, que traigan médicos, sanitaristas y sexólogos. Tenemos una nueva doctrina de la seguridad nacional sin que haya habido un golpe de Estado ni una disolución de las Cámaras. Los que deciden nuestros destinos son los canales privados de televisión y la masa. Para cortar eso se precisa un acto político. Y mejor aún: llamemos acto político a todo acto destinado a desensamblar esa máquina, a todo lo que está destinado a introducir un corte, un antagonismo en la tendencia inercial que tiene la masa a gozar y entregarse pasivamente al cuidado de los expertos ".
Sandino Núñez