martes, 10 de diciembre de 2013

Lánguidas lanzas


      Siempre que llego estoy pensado en escapar hacia otro lado. Camino rápido, hombre alto y grande, torpe, con los ojos antenas pendientes de seres y objetos, pero ajenos a ellos. Llego y siempre estoy sintiéndome huir, hacia algún lugar, nunca sé bien a dónde, aunque tengo claro que ese lugar que momentáneamente ocupo, no me es afín, no me completa. Camino rápido, torpe, deambulo por pequeños pasillos de gente lenta. Ellos me miran con desconfianza, algunos se apartan para dejarme pasar. Las llaves prontas cuadra antes de llegar a mi casa. Entro en ella como en un vientre, a veces madre, a veces fiera. Hablo poco, el rostro tosco y serio, la voz grave y gesticulante, las sílabas precisas, tal vez gozando la maravilla del idioma. Cumplo cada mandato —exacto— y vuelvo a huir, veloz, hacia ninguna parte. Ellos dicen —o eso huelo— que soy egoísta, frío, sin sentimientos; los que tienen algún afecto dicen que soy discreto, que conocen poco de mí. Tiendo a interesarme poco por los primeros, aunque a veces, hablo de la humedad o del tiempo. He aprendido —aunque a veces lo olvido— que nada es más necesario que lo innecesario para comenzar un diálogo.
         Algo me ha hecho así y no sé si deseo mudar en otro ser, actuar un sentimiento que no tengo. No hay maldad ni uñas afiladas, solo un blasón duro y lánguidas lanzas.
         A veces, en esa lucha diaria de hombre solo en la vasta ciudad, algo me sacude, alguna joven mujer, detrás de un mostrador, presiente mi desdicha, mi semblante agitado, mis ganas de huir, y sostiene una sonrisa salida de libreto, una entonación limpia, una mirada amiga. Ahí me acuerdo de la roca y el hielo, de mi cuerpo corriéndose de la caricia.
       Pese a esto, no vaya usted a creer que soy infeliz en una época en la que —a cualquier precio— uno siempre debe mostrarse feliz. También puedo decir que la alegría circula por mis venas secretas e hirvientes. Esos momentos, escasos pero tan necesarios, en que uno encuentra la justificación perfecta para seguir viviendo.


viernes, 1 de noviembre de 2013

El nieto


Ay las motos cómo pasan, por mi barrio es igual, a veces estás en tu casa (la mía está al fondo del terreno) y igual las escuchás. Acá a media cuadra vive mi hermana, le alquila la casita a Mederos. Yo vengo todos los domingos a visitarla, me tomo este mismo ónibus para la ida y para la vuelta. Me gusta el barrio... yo no puedo comer azúcar porque soy diabética pero me tiene aburrida el edulcorante, así que vengo a la panadería esta de la esquina y sabés que encuentro cosas que no hay en mi barrio. Biscochuelos riquísimos, hoy no me llevo pero casi siempre me vuelvo cargada. No es tan barata pero mi hermana compró en el almacén los mismo mismo y son más caros ahí que en la panadería... ¿Conocés a gente del barrio? La gente acá se conoce poco. Yo conozco a Mary la podóloga, cada tanto me vengo hasta acá porque me encanta como me deja las uñas y no sabés los callos, lisitos, me sale más caro por los sesenta pesos del boleto pero no me importa, más vale gastar un poco más... También conozco a Licha la modista. ¿La conocés? Qué frío... por suerte me traje este vaquero rangler, yo soy de la iglesia evangélica y no me lo dejan usar pero me lo traje igual, hay una humedá. Pero fijate que no siempre me quedó así: en el 2006 estuve en España visitando a mi hijo que vive allá hace 28 años y cuando volví a Uruguay me lo probé y me quedaba muy grande, estaba flaca flaca, toda chupada, no te hacés una idea. Lo guardé como para regalarlo y el otro día cuando quería usar un vaquero porque todo lo que tengo son deportivos, así para caminar, me da por probármelo y fijate que me quedaba regio, le hice el dobladillo y ya empecé a usarlo, calentito, aunque no es tan cómodo para caminar. En este mismo ónibus que va a pasar, en el 2010, cuando me fui a bajar por Garzón cuando todavía la estaban haciendo, me caí y quedé atrás de las ruedas, no arrancó porque se le cruzó un camión sino no contaba el cuento; esa fue la mano de Dios siempre digo. Cuatro hombres me ayudaron a levantar pero estaba toda lastimada, la ropa toda rota y llamé como pude a mi hija y me curaron ahí nomás, no me internaron porque no perdí la conciencia. Me salvé pero quedé con artritis y arteriosclerosis. La voy llevando bastante bien... Mirá... ahí me parece que dobla. A ver... Es sí, mi hija me compró un bastón que era carísimo y cuando subía la escalera se me cruzó el gato y se me cayó, se quebró y le saltó el resorte, lo terminé pegando con la gotita por suerte quedó bastante bien. Ah... ¿vos no vas? Bueno... Yo te lo cuido, ¡si podría ser mi nieto! Que pases lindo nena...

domingo, 8 de septiembre de 2013

Culpa


Acabo de matar un ciempiés. Habitante imperceptible del patio interno de mi apartamento, cesó de existir sembrando culpa en su ejecutor. Era de una arquitectura perfecta, como el elegante torito o la menos elegante cucaracha; arquitectura que jamás podrá igualar ningún hombre. Sigo apenado, necesité de muchos golpes de champión para imponerle el adiós.



lunes, 10 de junio de 2013

Minerva


Dos de la tarde en una conocida librería de Tristán Narvaja. El sabio librero, un empleado y una cliente estaban dentro cuando entré. Comencé a ojear unos libros que recién habían llegado cuando ingresó repentinamente un hombre y preguntó por un autor.
— Ah, lo conozco, es un autor de ciencias económicas, pero no trabajamos ese rubro... — contestó amablemente el librero.
— Swining — prosiguió el hombre.
— Justo de ese tenía algo, pero salió ayer mismo para Minas…
El hombre aventuró un tercer nombre.
— De él sí puede haber algo…
El librero lo invitó a buscar el material junto a su empleado, caminando unos pasos hacia el fondo de la librería.
Por mi parte, me dispuse a seguir consultando, pero antes del minuto veo al hombre acercarse abruptamente e insultar al empleado y al librero recordando a sus respectivas madres. Llegando a la puerta, sentenció:
— ¡Seguro que de Marx tenés una estantería!
Ante el estado de estupor de los cuatro allí presentes, no olvidaré las palabras algo resignadas del longevo librero:
— Este era un país de gente educada... Más todavía, la gente que visitaba las librerías…


sábado, 1 de junio de 2013

sábado, 13 de abril de 2013

El viaje / Luis Camnitzer





Se ha dicho que América se conquistó a espada y cruz. La elección fálica no es circunstancial, representa el poder de la fuerza física y religiosa, culturalmente vinculada a la figura del varón. En “El viaje” Luis Camnitzer parece jugar con esta idea, aunque de una forma que puede calificarse de poco elegante, de cínica, de sarcástica. La complacencia (lo evidencian la mayor parte de las obras presentes en su muestra uruguaya) está en las antípodas de este artista que constantemente busca la provocación de quien observa y analiza. Cualquier sentimiento, menos la indiferencia.

En “El viaje” se recrea al miembro sexual masculino. Se lo hace por triplicado, a partir de objetos que provocan extrañamiento y en una primera instancia despiertan la risa, cuando no el escándalo. Una filosa hoja de cuchilla de la cual penden dos objetos navideños que en Uruguay, inocentemente, llamamos chirimbolos. En cada plateada hoja está inscripto uno de los tres nombres de las carabelas de Colón: “Niña”, “Santa María” y “Pinta”, muy presentes en cualquier uruguayo que haya cursado la escuela y la insistencia de las maestras por retener estos nombres.

La vinculación de la obra con el concepto de reproducción es evidente. Está presente en el propio objeto representado pero también en el color elegido, repetido en la hoja metálica y en los objetos navideños, que entablan lo especular y con ello la duplicación, además de lo espléndido de la oferta (basta pensar en los siempre recordados espejos de colores). Del mismo modo, las esferas navideñas, representantes del cristianismo, se han valido de la fuerza de la espada para diseminar los dones de Dios, la religión de Cristo en esta nueva parte del mundo. Se ha fecundado una nueva raza, a través de una hoja cruel que se ubica en una posición estratégica de combate, con el filo cara al cielo, imagen decisiva para sugerir la violencia de una conquista sangrienta.

En cada navidad —parece vislumbrarse— estamos conmemorando nuestra propia conquista, quizá —sin saberlo— estemos legitimando la matanza y el oprobio, los brillantes espejos de colores a cambio de las riquezas y del alma. En 1991 faltaban escasos meses para los festejos de los cinco siglos de presencia europea en lo que ellos mismos dieron en llamar América. Somos, al mismo tiempo, hijos de Europa, más en nuestra condición de uruguayos. Esas tres carabelas… esa santísima trinidad, esas espadas humeantes. 

 

martes, 2 de abril de 2013

Para dejar picando / 9


" No hay modo, hoy, de dar un paso hacia algo que siquiera remotamente pueda llamarse política si no es tocando ese enorme artefacto que es la industria medios-masa. El carácter estrictamente disuasivo que tiene la masa es el correlato del carácter espectacular hiperrealista que tienen los medios. Los dos han hecho un artefacto perverso, impermeable, hasta el punto en que los medios pueden decir que están dando a la masa lo que la masa quiere y pide. Y tienen razón. La masa, por lo menos en el sentido mediático que esa palabra tiene, nació pagana y pagana va a morir. Eso lo decía Baudrillard en los 70. La masa odia toda forma de trascendencia. Odia toda forma de pensamiento reflexivo. Odia cualquier forma que la conduzca a problematizar sus propias condiciones de existencia. Odia toda forma de conceptualizarse en sujeto, y está contentísima con la alianza que ha hecho con los medios. Hay una especie de máquina infernal que hay que desarmar y si ese artefacto, para ser desensamblado, exige como primer paso eso que se llama "ley de medios", bueno, que sea una ley de medios. Me parece bien una ley de medios. Ahora, no necesariamente tengo que pensar que una ley que proviene de un lugar con respecto al cual tengo también ciertas sospechas y precauciones (el Estado) sea efectivamente algo deseable, pero de todas formas ese algo, aunque no sea deseable, siempre es mejor a que no haya ese algo. Se ha creado un mundo jodido, territorial, posesivo, paranoico, muy erizado. El estado de hipnosis de la masa con relación al ícono, a la imagen de alta definición. La forma que tiene de entregarse pasivamente a la orgía del consumo y después clamar para que el Estado intervenga defendiéndola de los propios excesos. Que pongan guardias de seguridad, que redoblen el personal de la guardia metropolitana, que traigan médicos, sanitaristas y sexólogos. Tenemos una nueva doctrina de la seguridad nacional sin que haya habido un golpe de Estado ni una disolución de las Cámaras. Los que deciden nuestros destinos son los canales privados de televisión y la masa. Para cortar eso se precisa un acto político. Y mejor aún: llamemos acto político a todo acto destinado a desensamblar esa máquina, a todo lo que está destinado a introducir un corte, un antagonismo en la tendencia inercial que tiene la masa a gozar y entregarse pasivamente al cuidado de los expertos ".
Sandino Núñez
                                                                                      

jueves, 10 de enero de 2013

Gato gordo


En barrio que nunca piso
salvo por cuestiones azarosas
ya con mi búsqueda en el bolsillo
llego a una florería
tres plantitas para recibir la primavera
en mi pozo de aire capitalino
el típico de vecinos que chillan y chillan
eso que llamaré hastío
llevo las plantitas hacia el mostrador
con esos colores que animan
pero veo que la cosa viene de veterinaria
en el camino me topo con indecible gato
¿cómo cuantificar la gordura de esta fiera portátil?
sin su mitológica elegancia
ni su sinuosa lujuria
no es más que un animal obeso y castrado
incapaz de recorrer airoso las azoteas
pelear con insectos y gatos taciturnos
consumar un amor bañado en lunas
en su remplazo
vaya maravilla
es premiado con comida y más comida


acaricio contrariado al animal
este me esquiva e ingresa al negocio
yo entro tras él
y es ahí donde encuentro la explicación
grandes bolsas están abiertas
remangadas y rebosantes de pastillas
aquellas que llaman alimento de perro o de gato
para no decir forma fácil de tener mascota
llegando allí nuestro amigo
prueba ocioso la comida
pronto se sacia y vuelve a la puerta

la señora que me cobra
en nada diferente al indecible gato
nada le dice
ni siquiera su empleado festeja mi chiste
igual me voy contento con las plantitas
soñando que en todo el mundo
no hay imagen mejor
que represente a la gula.