" No hay modo, hoy, de dar un paso hacia algo que
siquiera remotamente pueda llamarse política si no es tocando ese enorme
artefacto que es la industria medios-masa. El carácter estrictamente disuasivo
que tiene la masa es el correlato del carácter espectacular hiperrealista que
tienen los medios. Los dos han hecho un artefacto perverso, impermeable, hasta
el punto en que los medios pueden decir que están dando a la masa lo que la
masa quiere y pide. Y tienen razón. La masa, por lo menos en el sentido
mediático que esa palabra tiene, nació pagana y pagana va a morir. Eso lo decía
Baudrillard en los 70. La masa odia toda forma de trascendencia. Odia toda
forma de pensamiento reflexivo. Odia cualquier forma que la conduzca a problematizar
sus propias condiciones de existencia. Odia toda forma de conceptualizarse en
sujeto, y está contentísima con la alianza que ha hecho con los medios. Hay una
especie de máquina infernal que hay que desarmar y si ese artefacto, para ser
desensamblado, exige como primer paso eso que se llama "ley de
medios", bueno, que sea una ley de medios. Me parece bien una ley de
medios. Ahora, no necesariamente tengo que pensar que una ley que proviene de
un lugar con respecto al cual tengo también ciertas sospechas y precauciones
(el Estado) sea efectivamente algo deseable, pero de todas formas ese algo,
aunque no sea deseable, siempre es mejor a que no haya ese algo. Se ha creado
un mundo jodido, territorial, posesivo, paranoico, muy erizado. El estado de
hipnosis de la masa con relación al ícono, a la imagen de alta definición. La
forma que tiene de entregarse pasivamente a la orgía del consumo y después
clamar para que el Estado intervenga defendiéndola de los propios excesos. Que
pongan guardias de seguridad, que redoblen el personal de la guardia
metropolitana, que traigan médicos, sanitaristas y sexólogos. Tenemos una nueva
doctrina de la seguridad nacional sin que haya habido un golpe de Estado ni una
disolución de las Cámaras. Los que deciden nuestros destinos son los canales
privados de televisión y la masa. Para cortar eso se precisa un acto político.
Y mejor aún: llamemos acto político a todo acto destinado a desensamblar esa
máquina, a todo lo que está destinado a introducir un corte, un antagonismo en
la tendencia inercial que tiene la masa a gozar y entregarse pasivamente al
cuidado de los expertos ".
Sandino Núñez
Hace un mes debí viajar a Bs As, ciudad cosmopolita, heterogenea, desbordada de cultura, y no me fue posible dejar de observar con gran asombro,como el tatuaje biopolítico se ha apoderado de todo, como en GATTACA o Blade Runer, o 1984, los excesos de seguridad a los que stamos sometidos se han apoderado de nuestras vidas. es impresionante ver como nos formamos para que, como si fueramos criminales tomen nuestras huellas digitales y nos tomen una foto ante de salir del país hermano... ni que hablar de aquel que no desee dicho tratamiento. hace unos años, cuando er eua el enfrmo de la seguridad, Adorno se negaría a visitar dicho país para evitar ese tatoo... hoy parece que nos ha ganado... El que espera la catastrofe ya está muerto...
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