martes, 2 de abril de 2013

Para dejar picando / 9


" No hay modo, hoy, de dar un paso hacia algo que siquiera remotamente pueda llamarse política si no es tocando ese enorme artefacto que es la industria medios-masa. El carácter estrictamente disuasivo que tiene la masa es el correlato del carácter espectacular hiperrealista que tienen los medios. Los dos han hecho un artefacto perverso, impermeable, hasta el punto en que los medios pueden decir que están dando a la masa lo que la masa quiere y pide. Y tienen razón. La masa, por lo menos en el sentido mediático que esa palabra tiene, nació pagana y pagana va a morir. Eso lo decía Baudrillard en los 70. La masa odia toda forma de trascendencia. Odia toda forma de pensamiento reflexivo. Odia cualquier forma que la conduzca a problematizar sus propias condiciones de existencia. Odia toda forma de conceptualizarse en sujeto, y está contentísima con la alianza que ha hecho con los medios. Hay una especie de máquina infernal que hay que desarmar y si ese artefacto, para ser desensamblado, exige como primer paso eso que se llama "ley de medios", bueno, que sea una ley de medios. Me parece bien una ley de medios. Ahora, no necesariamente tengo que pensar que una ley que proviene de un lugar con respecto al cual tengo también ciertas sospechas y precauciones (el Estado) sea efectivamente algo deseable, pero de todas formas ese algo, aunque no sea deseable, siempre es mejor a que no haya ese algo. Se ha creado un mundo jodido, territorial, posesivo, paranoico, muy erizado. El estado de hipnosis de la masa con relación al ícono, a la imagen de alta definición. La forma que tiene de entregarse pasivamente a la orgía del consumo y después clamar para que el Estado intervenga defendiéndola de los propios excesos. Que pongan guardias de seguridad, que redoblen el personal de la guardia metropolitana, que traigan médicos, sanitaristas y sexólogos. Tenemos una nueva doctrina de la seguridad nacional sin que haya habido un golpe de Estado ni una disolución de las Cámaras. Los que deciden nuestros destinos son los canales privados de televisión y la masa. Para cortar eso se precisa un acto político. Y mejor aún: llamemos acto político a todo acto destinado a desensamblar esa máquina, a todo lo que está destinado a introducir un corte, un antagonismo en la tendencia inercial que tiene la masa a gozar y entregarse pasivamente al cuidado de los expertos ".
Sandino Núñez
                                                                                      

1 comentario:

  1. Hace un mes debí viajar a Bs As, ciudad cosmopolita, heterogenea, desbordada de cultura, y no me fue posible dejar de observar con gran asombro,como el tatuaje biopolítico se ha apoderado de todo, como en GATTACA o Blade Runer, o 1984, los excesos de seguridad a los que stamos sometidos se han apoderado de nuestras vidas. es impresionante ver como nos formamos para que, como si fueramos criminales tomen nuestras huellas digitales y nos tomen una foto ante de salir del país hermano... ni que hablar de aquel que no desee dicho tratamiento. hace unos años, cuando er eua el enfrmo de la seguridad, Adorno se negaría a visitar dicho país para evitar ese tatoo... hoy parece que nos ha ganado... El que espera la catastrofe ya está muerto...

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