Tengo pocas fotos de la primera infancia. Creo que podría contarlas con
los dedos de ambas manos. No podré ver la imagen de mi madre esperándome aunque
en mis rasgos nada puede negar que sea su hijo. Los años ochenta no fueron tan
generosos para la fotografía doméstica, todavía en plena era analógica, no era
tan fácil tener cámara, más si a uno le toca ser el cuarto hijo y el fragor de
todo inicio se ha ido disipando. Todo comienzo tiene fotografías, ya no tanto
la madurez de un matrimonio.
Mi hermana, con la que me llevo año y medio, me ha contado parte de la
historia de esta foto custodiada por un abuelo postizo. Este, poco tiempo antes
de morir, tuvo la lucidez de darse cuenta que su Bruno no tenía fotografías
(hombre nacido a principios de siglo, seguramente no tenía tampoco las suyas y
encontraba en ello una carencia). Así, en una visita que en familia hice a
Montevideo, me llevó a ser fotografiado en un estudio de barrio. Tengo un
recuerdo demasiado vago. Podría mentir incluso. Pero lo único cierto es esta
imagen que entre otras ese buen señor eligió para tener en su apartamento
montevideano que hoy habito. El actual hombre de la foto, veinte y tantos años
después, celebra la determinación del abuelo y el ojo del fotógrafo para captar
ese segundo en el que todavía me encuentro, imagen en que tengo la fortuna de
encontrar a algunos de mis sobrinos.
Pocas décadas ya marcan suficiente distancia. Hoy disparamos fotos todos
los días. Sin embargo, muy pocas dicen algo, muy pocas merecen la trascendencia,
incluso para uno mismo. Las fotografías en papel supieron de otra elaboración,
estaban más pensadas (¿más sentidas?), y al igual que las cartas tienen la
dulce desdicha de envejecer con uno, lo que les da un sabor suplementario. No
sé qué fotos veré en mi pantalla de 2050, a este ritmo habrá millones y de
seguro no tendré siquiera tiempo para diferenciar cuál merece quedar fuera de
un disco duro que se extingue.
A veces pienso (y no es consuelo) que mejor así, mejor pocas, que menos
cantidad puede finalmente ser más.
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