lunes, 27 de febrero de 2012

Para dejar picando / 2

El torturador es un funcionario. El dictador es un funcionario. Burócratas armados, que pierden su empleo si no cumplen con eficiencia su tarea. Eso, y nada más que eso. No son monstruos extraordinarios. No vamos a regalarles esa grandeza
Eduardo Galeano (1940),
Días y noches de amor y de guerra (1978).

  Siempre fui de la idea de que es bueno conocer la cabeza del enemigo. La vida cotidiana de un represor puede ser parecida a la de uno. No hay una patología del sádico, como nos enseñaron ciertas películas norteamericanas. La cabeza de un represor es bastante parecida a la de un burócrata de escritorio, y eso lo hace más siniestro  
 Eduardo Pavlovsky (1933),
dramaturgo y psicoanalista argentino.


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